lunes, 31 de diciembre de 2012
Una lavadora llena de soles y elefantes
El niño (dos años) pide, como casi siempre, que le dibuje una lavadora. El padre obedece y traza torpemente una forma geométrica a la que va añadiendo trazos de los que emerge al fin la forma familiar del objeto. Otras veces, el niño ha querido llenar la lavadora con calcetines, camisetas, pantalones... y el padre dibuja obediente. Hoy no. Hoy aquel le conmina a colmar el círculo central con elefantes, soles, automóviles, lunas, cada vez más divertido ante el estupor voluntariamente exagerado del padre, que sin embargo no deja de atender cada una de las órdenes imperiosas del hijo. La puerta del electrodoméstico semeja el ojo de un dios, que soñara el nacimiento de un mundo. Una suerte de Aleph borgiano del que emergiera un incipiente universo giratorio.
jueves, 20 de diciembre de 2012
Poemas en Cuadernos Hispanoamericanos
Debo a la amabilidad de Juan Malpartida, actual director de Cuadernos Hispanoamericanos, la oportunidad de ver publicados en dicha revista cuatro de mis poemas, todos inéditos, junto a textos de autores como Andrés Sánchez Robayna, Yves Bonnefoy, Jules Superville o Gustavo Valle. El primero, por cierto, de estos poemas, "Ciudad Juárez o la era de la reproductibilidad técnica" fue leído por primera vez en Getafe dentro de la jornada de denuncia, celebrada simultáneamente en varias localidades de todo el mundo, "Escritores por Ciudad Juárez" (en este enlace -en torno al minuto doce- puede escucharse el texto).
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sábado, 15 de diciembre de 2012
Ortografía
Comienzo a corregir por inercia el ejercicio que me enseña mi alumno. El rotulador señala nervioso, inquisidor, cada tilde que falta, cada hache ausente, la irritante confusión entre la be y la uve. De pronto, me doy cuenta de que me está contando la muerte de su abuela. Me siento absurdo, vagamente culpable. Como si hubiera historias, frases, incluso palabras aisladas que solo se pudieran escribir con faltas de ortografía.
lunes, 10 de diciembre de 2012
martes, 4 de diciembre de 2012
Cae, corazón (Ingeborg Bachmann)
CAE, CORAZÓN
Cae del árbol del tiempo, corazón,
caed, hojas, de las ramas heladas
que el verano una vez abrazó,
¡caed como las lágrimas del ojo dilatado!
Aún vuela el rizo al viento
en la frente bronceada
del dios de la tierra día tras día,
bajo la camisa el puño
aprieta ya la herida abierta.
Y por ello sé duro si las nubes inclinan
su delicada espalda otra vez a tu paso,
no lo aprecies en nada
si acaso los panales del Himeto
una vez más se llenan para ti.
Pues de poco le sirve al labrador un tallo en la aridez,
poco un verano de nuestra gran raza.
¿Y qué testimonia ya tu corazón?
Entre ayer y mañana oscila,
extraño y silencioso,
y lo que late es ya
su caída del tiempo.
Ingeborg Bachmann, Die gestundete Zeit
(versión de J.L.G.T.)
INGEBORG BACHMANN
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