martes, 29 de septiembre de 2015

Lectura en Valencia




 Este viernes (2 de octubre) a las 20'00 h. en la librería Primado de Valencia (Avinguda del Primat Reig, 102) presentaré mis dos últimos libros, el poemario Un corte que no sangra y el ensayo El roble de Goethe en Buchenwald.

martes, 22 de septiembre de 2015

Canto salvaje (Antonia Pozzi)



He gritado de alegría, en el ocaso.
Buscaba el ciclamen en el viento:
había subido al pie de una roca
hinchada y rugosa, herida de matas.
En la pradera acribillada de peñascos,
en la cabeza rubia de las margaritas,
en mi pelo, en mi cuello desnudo,
desde el cielo alto caía en pedazos el viento.
He gritado de alegría, en la bajada.
Me fascinó la fuerza erizada y salvaje
que vuelve mis rodillas ávidas del salto;
la fuerza virgen y desconocida, que me tensa
como un arco en la carrera cierta.
Toda la calle olía a ciclamen;
los prados languidecían en la sombra
aún temblando de caricias de oro.
A lo lejos, en un triángulo de verde,
el sol se demoraba. Hubiera querido
saltar, en un impulso, hacia esa luz;
y tumbarme en el sol y desnudarme,
para que el dios agonizante se saciara      
de mi sangre. Luego, quedar, de noche,
tendida en el prado, con las venas vacías:
las estrellas- lapidando furiosas
mi carne seca, muerta.

Antonia Pozzi (versión de Antonella Pinto y J. L. Gómez Toré)


 
CANTO SELVAGGIO

Ho gridato di gioia, nel tramonto.
Cercavo i ciclamini fra i rovai:
ero salita ai piedi di una roccia
gonfia e rugosa, rotta di cespugli.
Sul prato crivellato di macigni,
sul capo biondo delle margherite,
sui miei capelli, sul mio collo nudo,
dal cielo alto si sfaldava il vento.
Ho gridato di gioia, nel discendere.
Ho adorato la forza irta e selvaggia
che fa le mie ginocchia avide al balzo;
la forza ignota e vergine, che tende
me come un arco nella corsa certa.
Tutta la via sapeva di ciclami;
i prati illanguidivano nell'ombra,
frementi ancora di carezze d'oro.
Lontano, in un triangolo di verde,
il sole s'attardava. Avrei voluto
scattare, in uno slancio, a quella luce;
e sdraiarmi nel sole, e denudarmi,
perché il morente dio s'abbeverasse
del mio sangue. Poi restare, a notte,
stesa nel prato, con le vene vuote:
le stelle – a lapidare imbestialite
la mia carne disseccata, morta. 

Pasturo, 17 luglio 1929

viernes, 18 de septiembre de 2015